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¿Por qué celebramos San Valentín?

El Día de los Enamorados es una tradición mucha más antigua de lo que podáis imaginar. Es cierto que en España no gozaba de implantación hasta hace relativamente poco: en concreto desde los años 50, cuando la cadena comercial Galerías Preciados la introdujo en nuestro país con el fin de promocionar el consumo en una época de ventas flojas. Y como ha sucedido recientemente con Halloween, la cosa funcionó y la costumbre quedó incorporada a nuestro calendario. Y es que realmente, la mayoría de las celebraciones, más recientes o más antiguas, son siempre importadas o se han mezclado ritos existentes con otros foráneos, como sucedió con la Navidad. Las culturas se comunican y toman elementos prestados de otras, en un continuo intercambio desde que el mundo es mundo. Decía Woody Allen que la tradición es la ilusión de lo inmutable, expresando así muy claramente que todo está siempre en perpetuo cambio. Y si se trata de incorporar fiesta y diversión, los seres humanos estamos siempre más que dispuestos.

Pero como decía, la celebración de San Valentín es antiquísima en otros países y tiene historia muy interesante, de la que os voy a contar un poco. También hablaremos de  algunas curiosidades relacionadas con las joyas y las bodas,lo anillos de compromiso y las alianzas, aquí y en otros sitios del mundo.

San Valentín, un hombre obstinado
San Valentín, un hombre obstinado

El origen de este día consagrado al amor se remonta a la Antigua Roma, donde el 15 de febrero se celebraban las Lupercales, un fiestorro un tanto salvaje en el que, convocando a la fertilidad, las mujeres se dejaban perseguir por jóvenes disfrazados y armados con látigos y que solían acabar con un desmadre general al estilo romano (de ella derivan también los carnavales). Esta fiesta lúbrica y pagana no podía durar mucho cuando el cristianismo alcanzó el poder y en el 496  las Lupercales fueron prohibidas por el Papa que instauró el 14 de febrero como día de San Valentín, un sacerdote que, según la tradición cristiana, se dedicaba a celebrar matrimonios entre los soldados (quiero decir entre los soldados y sus novias,claro). En esa época el matrimonio estaba prohibido para los que estuviesen en el ejército , ya que al emperador Claudio Gótico, le parecía incompatible con la carrera militar. Así que, cuando pillaron a Valentín oficiando bodas, le dieron un toque para que dejase de hacerlo, pero como el hombre siguió casando gente, lo decapitaron en el año 270 d.C. Siglos más tarde la Iglesia lo haría santo.

El poeta Geoffrey Chaucer menciona el día de San Valentín de 1382 en un poema dedicado a los pájaros, que en los países nórdicos buscan pareja y se aparean en esa época. Unos años más tarde, Carlos de Orleans escribió una carta a su esposa en ese día y es  la carta de San Valentín más antigua que se conoce. Ya véis que la tradición viene de largo y se fue extendiendo a Reino Unido y otros países a lo largo de los siglos. En Estados Unidos, sería en 1842 cuando se haría comercial, ya que fue el primer año que se popularizaron las tarjetas con forma de corazón. Por cierto que allí se celebra el amor en general y la gente hace regalos a las personas por las que sienten afecto y no sólo a sus parejas. En Japón en cambio, se celebra un mes más tarde, el 15 de Marzo, y se llama “día blanco” y se regala mucha ropa interior. Y en Corea, tienen día de los enamorados todos los meses (qué agotador).

Y hablando de distintas costumbres y de enamorados, hay también curiosas diferencias entre los países a la hora de la petición de mano, como por ejemplo el uso del anillo de compromiso. Aquí en España la costumbre del anillo se ha impuesto desde hace unos 30 años, porque hasta los años 70 lo mas frecuente o popular era regalar una pulsera, la famosa “pulsera de pedida”, que seguramente os suene por haber alguna en vuestras casas. En los 40 del siglo XX solía ser un brazalete rígido de oro amarillo que podía llevar unas piedras en la parte superior engastadas sobre motivos florales. Años después hizo furor el modelo “princesa”, una pulsera ancha hecha de piezas móviles como escamas, de la que muchas veces se colgaban monedas o medallas.

Típica pulsera de pedida de los años 60
Típica pulsera de pedida de los años 60

En cambio, en el resto de Europa y Norteamérica, siempre se llevó regalar un anillo, aunque  no siempre era con diamantes como ahora. El anillo de pedida más antiguo con diamante que se conoce fue el que le regaló Maximiliano de Austria a María de Borgoña en 1477, pero este obsequio se hizo realmente popular en 1947 a raíz de una sensacional campaña que la empresa de diamantes De Beers: fijaos en el poder de la publicidad cuando se une un buen concepto acompañado de una buena frase. La compañía De Beers quería expresar en su campaña que el diamante era la piedra ideal para representar el amor incondicional y duradero, así que contrataron a una publicista que creó la frase “un diamante es para siempre”. El éxito de la campaña fue tan grande que desde entonces, el 80% de los anillos de compromiso son con diamantes, De Beers se forró y se considera que esa frase es el mejor slogan publicitario del siglo XX. En los años 80 se hizo aquí una campaña usando esa frase en una canción que tuvo también mucho éxito y que muchos recordaréis.

Solitario con diamante de 0,20 qt hecho por mi
Solitario con diamante de 0,20 qt hecho por mi

El anillo más demandado es el de tipo solitario: una piedra central sujeta por garras, que puede llevar o no a los lados otros brillantes pequeños engastados en el aro. Además de este, hay multitud de diseños para todos los gustos y bolsillos. Si queréis saber más sobre los diamantes os recomiendo que leáis el artículo que les dediqué hace un par de meses y veréis que no hay que asustarse con el tema del precio. Hay desde sortijas de compromiso realmente asequibles, a aquellas muy lujosas con piedras de gran tamaño y calidad. En cualquier caso, lo importante es el sentimiento con el que se regala, aunque sea un anillo de latón, como el que llevan a grabar a Tiffany’s los protagonistas de la peli Desayuno con Diamantes (y se lo graban, porque aunque son pobres como las arañas, son guapos , encantadores y se les ve enamorados).

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Desayuno con Diamantes

Que el más habitual sea el solitario, no significa que no quede muy bien otro tipo de anillo, como una cinta con brillantes o una sortija con pavé, incluso un anillo con piedra de color. Lo que si es recomendable es que los chicos, a veces muy despistados con estas cosas, sondeen a su novia  con discreción para saber qué tipo de modelo le hace más ilusión y así acertar seguro. También sirve prestar atención a lo que ella dice cuando se para en un escaparate, en vez de poner la mente en “modo avión”.

¿por qué no un anillo como este, de mi Colección Apilables, como anillo de compromiso?
Un anillo de compromiso diferente, de mi Colección Apilables

Una cosa que me preguntan muchas parejas: ¿dónde se pone? En España, lo habitual es llevar el anillo de compromiso en la mano izquierda y, una vez casados, llevar la alianza en la derecha. En esa momento hay chicas que se pasan el solitario a la derecha , junto a la alianza, pero eso es a gusto del personal. Por ejemplo, en Cataluña y los países anglosajones, se lleva la alianza en la izquierda. En los países escandinavos las chicas regalan a los chicos un anillo de compromiso que luego ya será la alianza de él. En Estados Unidos, ellas suelen llevar una alianza engastada con brillantes alrededor (se llama alianza infinita) y se la ponen también junto al solitario, haciendo un bonito efecto. Allí se está poniendo de moda que en lugar del reloj o los gemelos, la chica regale al chico también un solitario de diamante de diseño masculino: es una costumbre que podríamos importar y que nos haría felices a los joyeros…

Por cierto, que hablando de alianzas, cada vez es más habitual que una pareja encargue alianzas distintas. Antes era inconcebible, pero en la actualidad, la alianza se ha liberado de ser siempre el sencillo aro curvo al que estábamos acostumbrados: ahora las hacemos de distintos colores de oro, como oro blanco y rosa, con formas y acabados novedosos, geométricas, de aspecto rústico combinando con lisas…Entre tanta variedad, a veces las parejas no se ponen de acuerdo y la verdad es que no pasa nada si cada uno elige un modelo diferente. Eso sí, por muy raro que sea el diseño, a mi  personalmente me gusta que se sepa, o por lo menos se intuya, que es una alianza, así que creo que hay que elegirlas teniendo en cuenta esto.

Las bodas son otro tema que está lleno de curiosas costumbres y simbología, y otro día hablaremos más de ellas. Está claro que el matrimonio siempre ha sido una decisión importante y se considera que, por mucho amor que haya, no está de más invocar  a la fortuna por si acaso. Por ejemplo, la frase “en martes no te cases ni te embarques” viene otra vez de la Antigua Roma: como ese era el día de Marte, el belicoso dios de la guerra, se creía que un matrimonio celebrado en esa fecha, estaría lleno de conflictos. Llevar algo azul, es una costumbre que venía de Israel y tiene también el propósito de traer buena suerte, de la misma forma que las latas arrastradas por el coche de los novios eran para alejar a los demonios con su ruido. Lo de tirar arroz era ya antiguamente una invocación a la abundancia y la fertilidad (aunque en Bulgaria a los novios les arrojan higos) y las parejas de las tribus germánicas se casaban en noches de luna llena y tomaban una bebida hecha con miel para atraer también la fertilidad: de ahí viene la luna de miel. Me hace gracia la simbología de las bodas polacas: siempre se da a los novios pan, sal y vodka. El pan, por los alimentos que compartirán, la sal por los momentos difíciles que les tocará pasar, y el vodka representa las alegrías que vivirán juntos.

Alianzas de oro blanco rústico y oro rosa, también diseño mio, hechas a mano
Alianzas de oro blanco rústico y oro rosa, también diseño mio, hechas a mano

Antes de acabar, un consejo de profesional sobre las alianzas: que os ajusten bien la medida. Es algo en lo que siempre me fijo mucho cuando una pareja me las encarga. No deben quedar ni flojas ni apretadas, pero quizás si un poquito tirando a ajustadas: pensad que, a diferencia de otros anillos, se llevan todo el día puestas y es fácil que, si quedan flojas, se puedan perder, sobre todo al mojarse las manos. Hace años, en un viaje, me contaba un pescador caribeño que el arrecife estaba lleno de alianzas de recién casados que habían ido allí de luna de miel. La verdad es que es una pena perder la alianza, porque aunque te puedes comprar otra, ya no es lo mismo. Así que ya sabéis, fijaos bien en la medida porque si no , os pasará lo que a los lagartos de este poema de Federico García Lorca:

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay, cómo lloran y lloran,
¡ay! ¡ay! cómo están llorando!

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